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Edificada en la Avenida de la Trinidad a mediados del siglo XVIII, es la única casa de interés en esta calle. Fue construida por el coronel Baltasar Gabriel Peraza de Ayala Machado y Herrera (1701-1779) entre 1761 y 1769 sobre solar y casa preexistente que pertenecía a los herederos de Adrián Merino. En el testamento de su propiedad realizado en 1761 declaraba haber gastado 64.000 reales en ella, estimándola por entonces en más de siete mil pesos.

Lo que llama la atención de este edificio es, quizás, la amplitud de la fachada, de la que sobresale el balcón, distribuyendose la fachada  en tres plantas. En el último piso se encuentra el balcón cerrado con celosías, rematado por cornisa y alero.

Junto al inmueble se encuentra la ermita de La Trinidad, que se terminó de construir en 1769 y a la que todavía hoy tienen acceso los propietarios de la casa desde el interior.

Al suprimirse los mayorazgos y vinculaciones en el siglo XIX, esta casa pasó a manos extrañas a la familia, hasta que el teniente coronel, don José Peraza de Ayala y Molina-Quesada (1856-1937), la restituyó al patrimonio familiar, que obtuvo del diocesano el reconocimiento de su derecho a la capilla, que hoy continúa destinada al culto de la Santísima Trinidad, en cuya festividad se celebra función solemne de culto abierto al público. Su hijo el prestigioso profesor, historiador y genealogista, don José Peraza de Ayala y Rodrigo de Vallabriga, heredó la propiedad de la casa, que hoy pertenece a su única hija, doña María Lourdes Peraza de Ayala y Ascanio, siendo así una de las pocas casas laguneras habitadas en la actualidad por descendientes directos de sus constructores.